El ego de algunos grandes escritores sufre lo indecible. Puedo imaginar, como una pequeña tortura, lo que se debe sentir cuando uno se da cuenta de que su personaje es mucho más famoso que él mismo y los lectores hablan y opinan sobre él dejando al autor de lado, como si fuera un secundario, un figurante.
Holmes es mucho más conocido que Doyle, (de hecho Doyle estaba tan harto que intento matarlo sin éxito). Entre los siete y los setenta y siete cualquiera sabe quien es Tintín, pero muchos menos saben que Herge fue quien lo imaginó y lo dibujó. ¿Le suena a usted Edgar Rue Borroghs? A lo mejor no, pero es imposible que no haya oído hablar de ‘Tarzán de los monos’. Ese gran nadador.
Lo mismo ocurre con Dahl. La mayoría de los niños saben quien es Matilda o los Gremnlis o Charlie, el de la fábrica de chocolate, pero pocos hablan oído hablar de Dahl, un gigante galés de origen noruego, agraciado con unos ojos luminosos y mirada cálida.
Aunque, puestos a pensarlo bien ¿Cabe mayor honor para un fabulador que sus propios personajes le superen de largo en popularidad? ¿No es ése el verdadero triunfo de la literatura, la prueba evidente de que el escritor a dado en el clavo?
Dahl también escribió relatos para adultos. Es imposible comentar aquí separadamente los cuarenta que se recogen en este volumen, no obstante todos comparten algo poco frecuente en la creación literaria y que el lector suele agradecer: el riesgo literario. Al igual que los que cuentan un chiste, Dahl siempre arriesga. En todos los relatos plantea un enigma, generalmente pequeño no mayor que la cabeza de una cerilla y todos acaban con la llama, iluminando una idea. Te podrá gustar más o menos pero no hay truquillos literarios, esos que a través de la verborrea pretenden ocultar la cruda realidad: la idea era buena, pero está mal resuelta. Como hacen los grandes prestidigitadores Dahl expone todos los elementos a la vista del público y al final… Ohhhhhh!!!!
Por si usted no es amigo de comenzar las colecciones de relatos por el primero y acabar en el último destaco tres, para mí asombrosos. Si los lee, le garantizo que leerá todos los demás.
¿Le interesa el tema del bullyng? A Dahl también, y mucho antes de que se inventara la palabra. Lea ‘Galloping Foxley’. ¿Es usted varón y levemente misógino aunque no se atreva a confesarlo? Disfrute con ‘La señora Bixby y el abrigo del coronel?. Seguro que no le gustan los charlatanes pero admira a los truhanes, a lo peor es usted anticlerical y un poco ateo. Regodéese con ‘El placer del clérigo.’